Detrás de la barra es todo sonrisas y profesionalidad, deposita en la coctelera la medida exacta de cada ingrediente, levanta el recipiente por sobre su estatura y sus manos la agitan con un estilo que el Ávila Bar, del Hotel Ciego de Ávila, acuña con el sello de Arianna Marín Rodríguez, una joven cantinera que alista su regalo a la provincia, por la sede del 26 de Julio.
Cuando se dio la noticia me propuse regalarle a los avileños y a los visitantes un cóctel, que, desde sus ingredientes y su sabor, llevara al paladar las delicias de las frutas del territorio, precisa a la Agencia Cubana de Noticias esta trabajadora del sector turístico, mientras sirve en cristalinas copas la bebida.
Es un cóctel a prueba, que como ahora, lo he brindado a varios clientes, colegas y trabajadores del hotel, y todos han mostrado satisfacción sin revelarles la verdad sobre la novedad ni sus ingredientes, argumenta Arianna.
Lo hago —cuenta— con el incentivo de mi última creación, Delicia Avileña, un trago que mereció el primer lugar nacional en la última competencia de coctelería, donde mezclé Triple C, Havana Club y licor de piña, salpicados con algo de experimentación y de lo aprendido con mis profesores Alfredito y el Chino, especialistas en eso de ponerle a la oferta los sabores de tu terruño.
Pocos conocen las interioridades de la sorpresa que a manera de cóctel regalará la joven cantinera del Ávila Bar por los festejos por el Día de la Rebeldía Nacional en la provincia, pero asegura estar confiada en el éxito.
Como en todos mis tragos, puntualiza la premiada cantinera, este lleva creatividad, aliada imprescindible en esta profesión, conocimiento de cada ingrediente y cómo funcionan cuando se mezclan, además de esos deseos permanentes de prestar siempre un servicio de calidad para que el cliente retorne a la cantina.
Aunque bien joven, muestra la seguridad de una experta en una actividad donde muchos son distinguidos.
Cuando pequeña —comenta Arianna— en mi casa se hablaba de coctelería y se hacía mucho de ello, pues mi mamá ejerció el oficio y era de las buenas, y me legó ese deseo de probarme en este escenario; hoy también tengo la suerte de mi esposo, cantinero y bien exigente, lo que me ayuda mucho.
Siempre estaré buscando sabores deliciosos en cócteles que además agradarán por su presentación, porque si algo he aprendido bien es a no cansarme cuando busco una bebida que refresque, relaje el alma, regale un momento bello y que invite, asevera la joven, que, desde el Ávila Bar, regala lo mejor de sí al cliente.