La Feria del Libro en Ciego de Ávila continúa siendo uno de los sucesos culturales más masivos y esperados en familia, hecho que evidencia el efecto sanador del arte y la cultura en la cotidianidad del cubano. Una realidad marcada por carencias y limitaciones cada vez más asfixiantes, debido a la crisis global y los efectos del bloqueo genocida, pero también acentuada por la pérdida de valores humanos.
En este contexto, la fiesta del libro y la lectura constituye un verdadero oasis, un alto necesario para la recuperación de tanta tribulación y éxodo (en todos sus sentidos, demográfico y espiritual, sobre todo).
El libro tampoco escapa a la especulación y los precios abusivos, pero continúa siendo el producto más sano y asequible a cualquier bolsillo. Aunque no fuera tendencia, ni promedio estadístico, hubo excelentes libros de hasta de 30.00 pesos, cuya lectura (nunca vana posesión) enriquece y cultiva no solo el intelecto, sino también la espiritualidad, entendida como un valor exclusivamente humano, que incluye el altruismo, la misericordia, la solidaridad y la fraternidad, entre otras virtudes ya sean cívicas, morales o religiosas.
Dichos valores, frutos, dones, experiencias o aprendizajes humanos, no pueden ser bloqueados por nada ni por nadie: solo por nosotros mismos y es, precisamente, en esa zona de nuestra existencia, donde radica la verdadera utilidad y alcance de la Feria del Libro en Ciego de Ávila.
Una parte de las opiniones del pueblo se concentró en las carpas del parque José Martí, en las cuales hubo libros con precios “astronómicos”, según critican unos; pero también los hubo de sobra con precios justos y razonables, según la calidad de la edición y sus propuestas de contenido. Tampoco faltó la variedad de opciones y de áreas con propuestas culturales de altos quilates como el proyecto Steampunk cubano “Echando humo”, de la Editorial Gente Nueva en la Galería de Arte Raúl Martínez, así como la premiación del Festival de Haiku en la Plaza Ciego del Ánima.
Ediciones Ávila estuvo imprimiendo ejemplares de sus novedades hasta el domingo, toda vez que la sostenida crisis energética del país afectó, lógicamente, el cronograma previsto; pero aún quedarán disponibles muchos de estos libros en nuestras estanterías públicas.
La promoción de sus títulos estuvo presente en todas las áreas de la Feria, incluida la de otras editoriales nacionales, con énfasis en el área Sin Pestillo-Isla Interactiva, en la Casa del Joven Creador, con una hora de descargas gratuitas de libros digitales en diferentes formatos, incluida la Biblioteca Virtual “Alejandría”, del Centro de Promoción Literaria Raúl Doblado del Rosario.
El Área martiana, radicada en el Museo Coronel Simón Reyes Hernández, es una de las mejores de la Feria y única de su tipo en el país desde hace 17 años. Sobresale, en su concepción, una equilibrada proporción entre presentaciones de libros, intercambio con escritores, y espacios teóricos para el debate de temas cruciales de nuestra identidad cultural.
La inserción de otras organizaciones y eventos, como los Premios Calendario de la Asociación Hermanos Saíz, el II Encuentro Caribeño de Escritores de Ciencia Ficción y Fantasía “Caribe Fantástico”, así como la presentación del proyecto de Biblioteca del Pueblo, figuran entrelos principales aciertos del evento clausurado el domingo 16.
Más allá de la cantidad de ejemplares vendidos, o de las posibles utilidades financieras, lo cierto es que la Feria del Libro en Ciego de Ávila continúa siendo uno de los sucesos culturales más masivos y esperados en familia que demuestran con creces que no solo de pan se vive.